Brooklyn Follies (Paul Auster)


O POR QUÉ ME DECIDÍ A HACER ESTE BLOG

... se me acababa de ocurrir la idea más importante que había tenido jamás... Yo no era nadie... Nadie era nadie. Tarde o temprano moriríamos todos...Nuestro fallecimiento no se anunciaría por radio y televisión. No escribirían libros sobre nosotros. Ese es un honor reservado a los poderosos, a los que han ganado la fama...


En general las vidas se esfuman. Una persona muere y poco a poco todo rastro de su vida desaparece. Un inventor sobrevive en sus invenciones,... pero la mayoría de la gente...unos cuantos objetos, algunos documentos, y unas cuantas impresiones causadas a otras personas. Estas últimas siempre tienen historias que contar sobre el muerto, pero las más de las veces se mezclan fechas, se suprimen hechos, se distorsiona cada vez más la verdad, y cuando a esas personas les llega su turno de morir, la mayoría de las historias desaparece con ellas.

Mi idea era la siguiente: crear una empresa que publicara libros sobre los olvidados, rescatar historias, hechos y documentos antes de que desaparecieran, para luego darles forma y construir... el relato de una vida.

Las biografías se publicarían por encargo de los amigos y parientes del sujeto, en ediciones particulares de pequeña tirada...

... En todos los casos debería ser una cuestión de amor. Cónyuges, hijos, parientes, hermanos: sólo los lazos más fuertes. Vendrían a verme seis meses o un año después de la muerte del sujeto. Para entonces ya habrían asimilado su fallecimiento, pero seguirían sin superarlo, y ahora que habían reanudado su vida cotidiana, comprenderían que jamás podrían sobreponerse... y una vez impresas las páginas y encuadernada la historia entre las cubiertas, tendrían algo a lo que aferrarse durante el resto de su vida. Y además ese algo viviría después de su muerte, nos sobreviviría a todos.

Nunca debe subestimarse el poder de los libros.

“Brooklyn Follies”, Paul Auster.

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